Lucha libre lleva debate migratorio al ring

NUEVA YORK (AP) — Alberto del Río lanza una patada espectacular que arroja a Jack Swagger fuera del cuadrilátero. Swagger contrataca con múltiples puñetazos. Cuando todo parece perdido, Del Río logra tumbar a Swagger sujetando su cuello con las piernas, como si le asfixiara, y gana así la pelea de WrestleMania.

Su victoria parece la victoria de todos los mexicanos: su video promocional muestra la imagen de la Estatua de la Libertad con la leyenda “En América todo es posible”.

La imagen de Swagger, sin embargo, es la opuesta: “Esta gente cruza la frontera y habla español. ¿Por qué dejamos que lo acaparen todo así? Jack Swagger reclama su país”, grita Zeb Colter, el presentador del luchador, desde el ring.

El espectáculo de lucha libre estadounidense, que atrajo a más de 80.000 fanáticos al estadio MetLife de Nueva Jersey el domingo, teatraliza el ríspido debate que vive Estados Unidos y que ahora adquiere protagonismo con las negociaciones de una reforma migratoria en Washington. World Wrestling Entertainment Inc (WWE) no es la única compañía que lleva el asunto al ring. Lucha Libre USA también aprovecha el debate, interpretado por musculosos luchadores mexicanos y estadounidenses.

Ambas empresas incorporan hechos actuales a la historia que llevan al cuadrilátero, en parte para atraer a la gran audiencia hispana con la que cuentan, fanática de la lucha libre. El espectáculo no está considerado un deporte, ya que los golpes, que parecen reales, son ficticios.

“¡Él no es uno de nosotros!”, gritó en un momento dado Colter, señalando a Del Río.

A base de puñetazos y saltos, el mexicano y Swagger, un estadounidense blanco que interpreta el papel de alguien que está en contra de los inmigrantes sin papeles, se enfrentaron en un espectacular show.

El debate migratorio ha sido uno de los asuntos prominentes en Washington desde que un 10% de electores hispanos votaran en las elecciones de noviembre del 2012. Después de meses de negociaciones se espera que un grupo de ocho senadores — republicanos y demócratas — presenten esta semana un plan de reforma migratoria que busca regularizar la situación de muchos de los 11 millones de inmigrantes que están en el país ilegalmente.

Defensores de los inmigrantes aseguran que merecen una reforma “justa y humana” tras años de duro trabajo y separación de sus familias debido a masivas deportaciones. En cambio los grupos en contra de la inmigración ilegal se oponen a la aprobación de una “amnistía” que, aseguran, perjudicaría a la economía estadounidense y premiaría a los inmigrantes que han infringido la ley para llegar a Estados Unidos.

Durante los meses previos al combate del domingo, Swagger se ha descrito como el “estadounidense auténtico”, criticando a inmigrantes en situación irregular por “robar beneficios a los estadounidenses”. También ha hablado de un nuevo “Estados Unidos de Swagger” para “¡Nosotros, el pueblo!”.

“Somos como una telenovela de acción. En esta historia él es el malo, yo soy el bueno”, dijo Del Río a The Associated Press en una entrevista reciente. “Estamos tocando un tema muy sensible, nosotros lo sabemos, pero bueno, el mismo aficionado sabe que esto es parte de la historia y que en realidad Jack no piensa de esa forma”, agregó el hijo del conocido luchador mexicano Dos Caras.

Del Río, campeón mundial de pesos pesados para WWE, y Swagger, han convertido el debate en un espectáculo que “crea mucho morbo”, aseguró el mexicano.

Lo interesante es que Del Río, cuyo nombre real es José Alberto Rodríguez, adopta el papel protagónico y de favorito en la pelea. WWE cuenta con una importancia audiencia hispana a la que parece no querer defraudar.

“La historia fue desarrollada para convertir al personaje mexicano-estadounidense de Del Río en un héroe debido a la amplia base hispana de WWE, que representa el 20% de nuestra audiencia”, aclaró la compañía.

Derick Santos, un estadounidense de origen puertorriqueño de 29 años, disfrutó la pelea el domingo en el estadio MetLife. Llamaradas, luces de colores, música ensordecedora y fuegos artificiales fueron algunos de los elementos que complementaron la acción en el cuadrilátero.

“Creo que es bueno tener a un luchador de cultura latina. Él es el tipo bueno”, dijo Santos, en referencia a Del Río. “Yo no me ofendo por el asunto de la inmigración, pero es bueno que Del Río esté aquí”.

La liga Lucha Libre USA surgió hace tres años, precisamente en uno de los momentos más álgidos del debate.

Desde el inicio, Lucha Libre USA incorporó una historia en la que un elenco de luchadores estadounidenses y mexicanos cambiaba el tradicional encuentro de rudos contra técnicos para confrontar a luchadores en pro o en contra de los inmigrantes en situación irregular en Estados Unidos.

“(Buscamos) el mensaje y las historias que reflejaran la cultura méxico-estadounidense. Importarla (la lucha libre) directamente de México no sería tan relevante para alguien que vive en los Estados Unidos”, explicó Steve Ship, director general de la compañía estadounidense que el viernes arranca su gira “United We Stand Tour”.

Aunque el directivo aseguró que llevar temas sociales al ring “no es una herramienta de mercadeo”, reconoció los efectos positivos de hacerlo. Con cada gira, la compañía ha incrementado paulatinamente la venta de los boletos, que van de los 15 a los 75 dólares por un paquete VIP que incluye asiento en primera fila, fotos y autógrafos con los luchadores.

“Lo ha hecho más relevante y ser relevante lo hace más divertido y eso lo hace más rentable”, dijo Ship quien aseguró que “la WWE ha copiado lo que hemos hecho”.

El éxito de la nueva temática de las luchas radica en la habilidad de los empresarios para establecer una analogía entre la escena política y las cuerdas del ring y sustituir la idolatría que antes se tenía por héroes enmascarados por personajes con argumentos políticos.

Así como muchos inmigrantes que viven en Estados Unidos ilegalmente ven en los legisladores que se oponen a una reforma migratoria a los villanos, los asistentes a los combates de Lucha Libre USA consideran como “el malo supremo” a RJ Brewer, quien desata los gritos del público al entrar a cada batalla con la bandera de su Arizona natal en la espalda y en ocasiones con unos entallados pantalones con el número de la ley antinmigrantes irregulares SB1070 en su parte trasera.

El luchador profesional, cuyo nombre verdadero es John Stagikas, es presentado como el hijo de la controvertida gobernadora de Arizona, Jan Brewer, que aprobó la SB1070.

Stagikas moldeó su personaje junto a los directivos de Lucha Libre USA y para su creación contempló a un público integrado en un 80% por mexico-estadounidenses y sus verdaderas posturas políticas, que condena al gobierno estadounidense por facilitar la entrada ilegal de migrantes al país.

“No puedo pararme frente a un público de luchas en su mayoría mexicano y hablar del control de armas porque no tiene sentido”, explicó. “Al hablar de inmigración ilegal, de lo que sucede en Arizona, de la SB1070, sabíamos me iba a llevar a ser odiado, a ser el villano”, agregó el luchador que en la gira enfrenta el repudio de la mayoría del público.

Cada entrada convierte a RJ Brewer en un imán de vasos, comida, maldiciones y hasta banderas mexicanas que el público arroja a su llegada.

“Les encanta odiarlo. En el momento en que RJ llega a la arena, enloquecen”, indicó Ship sobre la creación del villano perfecto.

RJ Brewer asegura que “muchas de las cosas que digo (en el ring) son mis verdaderas creencias políticas”, pero reconoce que las exagera en el cuadrilátero para hacer el negocio más lucrativo.

“Para las luchas, como es espectáculo y teatro, debo decir ciertas cosas para que los fans me odien. (…) Si estás ahí y eres serio al 100% los fans no van a querer regresar y en las luchas se trata de vender boletos y ganar dinero”, aseguró el luchador.

Antiguamente los fanáticos de la lucha libre admiraban a ídolos como Blue Demon, El Santo y Mil Máscaras, pero la historia política ha sido perfectamente orquestada y Lucha Libre USA incluye a héroes como Marco Corleone, uno de los fundadores de la compañía, quien encarna una versión a la inversa del llamado Sueño Americano.

El luchador, cuyo nombre real es Mark Jindrak, fue despedido en 2006 luego de cinco años en la WWE. Sin saber una palabra de español, Jindrak se mudó a México en 2006, país en el que se convirtió rápidamente en una estrella de los cuadriláteros gracias a sus dos metros de altura.

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“Yo estoy peleando por los derechos de los mexicanos, porque vivo aquí, trabajo aquí, tengo una novia aquí. Esta es mi casa. Estoy peleando por los mexicanos que quieren vivir en estados Unidos, legalmente por su puesto” dijo el luchador en español durante una entrevista en México, país en el que lanzó un libro infantil y es villano de telenovelas.

¿Pero mezclar polémicos temas sociales implica una evolución para una tradicional forma de entretenimiento?

“Dirán que la lucha libre es forma, pero tienen mucho fondo”, aseguró el Hijo del Fantasma, un luchador que oculta su verdadera identidad bajo una máscara y que por vez primera participará en la gira de Lucha Libre USA. “La lucha libre es una experiencia de catarsis. La gente que no puede ir y delinquir porque son racistas, pues va y apoya a RJ Brewer y la gente que siente que sus derechos están aplastados porque son migrantes, en lugar de deprimirse y llorar, van y disfrutan de una buena función de lucha libre”, agregó el luchador, quien también trabaja en la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México.

Tildar de política la lucha libre ha trascendido el ring y luchadores como el mismo RJ Brewer reconocen las bondades del tema migratorio.

“Para mi significa que hay una mayor seguridad laboral, porque acuden más fans”, expresó el luchador, quien incluso contempla saltar a la arena política. “He pensado en la política y en algún punto consideraré postularme para algún puesto”, agregó.

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