La vida sobre ruedas

El guatemalteco Carlos González es un experimentado atleta en silla de ruedas; obtiene sus ingresos vendiendo dulces y comparte con los clientes alegría y optimismo por la vida

Candies, candies” (dulces, dulces) ofrece Carlos González a los transeúntes. “Para el niño grande, el niñón o el chiquito”, dice con gran sentido del humor, dirigiéndose a un padre que va con su hijo sobre el bulevar Wilshire, en el barrio coreano de Los Ángeles.

La vida de González es un milagro, por eso aprendió a irradiar positivismo. Cuando estaba por cumplir 19 años, lo asaltaron en su natal Guatemala. Le robaron todo, quedó inconsciente y los ladrones lo colocaron en las líneas del tren.

“Cuando el tren venía, con el ruido me hizo volver en sí. Me agarró la pierna izquierda. También tengo cirugías en la cara, me la reconstruyeron”, asegura González, por lo que estuvo dos años ingresado en el Hospital San Juan de Dios.

“A raíz de esto, para rehabilitarme comencé a hacer natación y levantamiento de pesas en sillas de ruedas”, detalla González, teniendo en su haber numerosas medallas y reconocimientos por su destacada vida deportiva.

“Chocolate, chocolate, se acaban, se acaban”, repite González para atraer a los peatones, mientras habla con HOY. Aclara que los dulces que más vende son los Snickers y los M&M.

“Yo siempre traté de valerme por mí mismo, por eso me preocupé por trabajar y estudiar. A pesar de las adversidades no he querido depender de nadie, pido ayuda cuando realmente se me dificulta”, manifiesta González.

El guatemalteco ha sido independiente desde los 12 años, cuando trabajaba en el Rastro del Ganado Menor, en la capital de su país. Luego del accidente, siguió sus estudios en la Universidad Francisco Marroquín, donde se graduó de analista en sistemas.

“Carlitos”, como lo llaman sus clientes, vive en Estados Unidos desde 1986.

Toda su familia está en su país de origen, su esposa Vicky y sus hijos Francisco, Zaida y Xiona, quienes le han dado ocho nietos.

“He corrido 18 maratones de Los Ángeles, 7 veces he obtenido el primer lugar. En la última gané el segundo lugar en silla regular”, sintetiza González, mostrando a HOY su presea de plata obtenida en el 2012.

González también es miembro del equipo de básquetbol Kodiaks de la Unión de Deshabilitados Latinoamericanos (UDLA), cuyo fundador es Rubén Hernández, una persona no vidente que motivó a Carlos a dedicarse a las ventas como forma de ganarse el pan de cada día.

“Si hoy no vendo, mañana sí. En lo que cabe voy sacando para mis gastos y le envío dinero a mi esposa. Muchos de nosotros no tenemos ayuda de ninguna clase, comprando nuestra mercancía nos apoyan para salir adelante”, se sincera González.

Carlos vende chicles, galletas de granola, paletas de leche y dulces de menta, entre otros, los cuales coloca en una caja que ha adaptado a su silla de ruedas.

En el pasado trabajó en telemercadeo y vendió cinturones, billeteras, perfumes y discos compactos en un puesto fijo, pero terminó quedándose en la venta ambulante.

“Esta forma de vida no la elegí, sino que me tocó vivir y la vivo con alegría. Yo no quiero ser aburrido ni mal encarado, sino alegre”, explica González, a quien sus clientes saludan con mucho afecto al encontrarlo en la calle.

“Hay gente que cuando sufre un accidente dice ‘no sirvo para nada’ y se muere prematuramente pensando de forma negativa. Otros se ponen a tomar. A mí Dios me ha llenado de fortaleza y mucha gente ha visto en mí un ejemplo; viéndome a mí les motiva a ser diferentes”, concluye.

SUS LOGROS

Campeón nacional de levantamiento de pesas en Guatemala por 14 años.

Medalla de plata en los VIII Juegos Panamericanos (Puerto Rico, 1986)

Ha participado en atletismo, ping pong y tiro de arco

Ha participado en 18 maratones de Los Ángeles

Siete veces primer lugar en competencia de silla de ruedas de maratón de L.A.

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