Adiós en el Azteca

Si a alguien le duele retirarse de los escenarios, ese es Vicente Fernández, quien luego de más de 40 años de carrera artística se muestra decidido a no presentarse más en palenques y conciertos por miedo a que el público no le responda como siempre, incluso ese temor le ha llegado a provocar temblores previos a sus presentaciones, una especie de pánico escénico.

“No quiero llegar a un palenque y que no esté desbordado como siempre, eso sería la muerte para mí”, reveló el charro de Huentitán, quien al mismo tiempo reconoce ser el más dolido con su anunciado retiro.

Y es que, dice, “hasta para morirse hay que tener dignidad y no quiero que mi público me vea mal, es por respeto a ellos, a mí y a mi familia. (…) Yo quería despedirme con un concierto en el Zócalo, con mi pueblo en mi cumpleaños, pero seguramente será en el Estadio Azteca el 17 de febrero próximo, cuando cumpla 73 años”.

En una amplia entrevista con Maxine Woodside, Fernández habló de su trayectoria, su vida personal, sus hijos, sus nietos y las satisfacciones que le ha dado la vida, luego de ser cantante de restaurantes, lavador de coches y vendedor de leche.

“Quería despedirme en el Zócalo y festejar mi cumpleaños 73 con mi pueblo, pero a lo mejor lo hago en el Azteca, caiga el día que caiga, es el 17 de febrero del año que entra. Mi compromiso era terminar este año, pero quiero que sea en mi cumpleaños y la idea es cantarle a mi pueblo y agradecerle por tantos años de carrera, porque no tengo con qué pagar”.

Agradeció al público que durante años lo ha seguido y “por haberme soportado, por haberme tenido en un sitio tan bonito, yo creo que retirarme no es fallarles, es decir que no vean a su Chente un día mal en un escenario, eso no lo quiero”.

Dijo que una de las cosas que le hizo pensar en el retiro fue la insistencia de los medios de comunicación que en cada presentación o conferencia le preguntaban sobre qué le hacía falta para retirarse, hasta que un día se preguntó: “¿habré hecho mal dejarme el pelo blanco? ¿Será que ya es tiempo?” Y un día decidió responder a la insistente pregunta.

“Te tomo la palabra -dijo a una reportera- lo decido porque me lo estás preguntando y mi compromiso fue retirarme este mismo año (…) Estoy muy sano y si a alguien le duele retirarse es a mí, pero quiero disfrutar a mi mujer y que ella me disfrute, ver a mi familia”.

Entrevistado desde el rancho Los Tres Potrillos, Chente, como le dice su público, dijo que así tendrá tiempo también para dedicarse a sus caballos, que son su vicio, su pasión, así como a la pintura, actividad que realiza desde hace algunos años.

Para hablar de su colección y criadero de caballos, se remontó a su juventud, cuando su padre era un ganadero en pequeño que vivía del crédito, pero que fracasó, por lo que él tuvo que buscar empleo, realizando diversas actividades que van desde cajero en un restaurante, cantante, lavador de autos y peón de albañil.

“El amor por los caballos ya lo traía, es de corazón, pero no podía tener uno, por eso cuando tuve pues lo compré. Fue cuando grababa la película ‘La ley del Monte’, y de ahí para adelante. Hace como 27 años vi una revista con caballos miniatura y fui a un criadero, me entró la picazón y empecé a coleccionarlos”, hoy tiene el propio y los vende.

El charro de Huentitán recordó cuando fue a vivir a Tijuana con su padre en busca de mejores oportunidades ganaderas, pero no les fue muy bien, por lo que empezó a trabajar con un tío en un restaurante como cajero, pero ya le gustaba cantar y prefería acompañar a los mariachis en serenatas.

Recordó que tiempo después “nos dimos cuenta que (su mamá) tenía cáncer de mama pero fue muy tarde, recuerdo que cuando yo me iba a llevar serenatas y a mi mamá la dejaba en el hospital para que le dieran radiaciones, no se me olvidaría, murió cuando tenía 47 años y mi padre cuando tenía 56, fue muy duro para mí”.

Cuando le avisaron de la muerte de su padre él se encontraba en un concierto en el Teatro Blanquita y tuvo que continuar. “Me llamó mi hermana por teléfono y me dijo ‘hijo, nos quedamos solos mi papa murió’.

“Me avisan, salgo cantando y me iban chorreando las lágrimas, la gente se sacaba de onda, pero me canté tres canciones y me fui, la gente pedía otra pero salió el director de escena y contó al público lo ocurrido, me dicen que estuvieron cinco minutos aplaudiendo a mi padre y a mí”.

Recordó su primera película “Tacos al Carbón” en la que “me la rifé” porque no salió de charro, sino de un taquero muy mujeriego y desde entonces no quiso ser empleado de nadie, sino socio, lo cual le aceptaron los empresarios, quienes más tarde se convertirían en sus amigos.

Antes de eso acudió a diversas disqueras establecidas en la ciudad y a radiodifusoras a mostrar sus dotes de cantante, pero nadie se interesó, sin embargo dejaba materiales que llegó a realizar de manera austera, pero no logró mucho.

Es el 19 de abril de 1966 cuando, proveniente de su natal Jalisco y a punto de dormir, escucha una canción de Flor Silvestre que fue interrumpida para informar al “querido auditorio que Javier Solís había muerto, era mi ídolo y sentí mucho su partida. Fue entonces que de repente me empezaron a llamar porque querían grabar los que nunca me habían recibido y de ahí empiezo a grabar con la casa con que yo grabé siempre y que era del papá de América”, primera esposa de su hijo Alejandro.

Otra disquera lo busca y le ofrece un contrato, pero él se sentía comprometido con la empresa de su amigo, pero decide aceptar. “Yo traía en la bolsa una deuda de 4,000 pesos por unos muebles que compré y eso fue lo que pedí como adelanto, me los dieron. Ahora pienso que si hubiera pedido más me lo dan”.

Pero rectifica: “también siempre he pensado que las cosas vienen de arriba y nunca fui avorazado, después pensé que si les pido medio millón de pesos, me los dan, pero sólo pedí para pagar a la mueblería”.

Recuerda a toda la gente con que se ha encontrado a lo largo de su camino y dice que si bien las cosas no han sido fáciles para él, tampoco se arrepiente de nada. Hizo 32 películas en 20 años, tiene más de 100 discos en el mercado y ha vendido más de 65.000,000 de copias en todo el mundo.

A lo largo de su carrera ha trabajado con Lucía Méndez, Blanca Guerra, a quien dice querer como una hermana, luego de haber hecho nueve películas, Angélica María y Angélica Vale, quien interpretó el papel de su hija en el debut de la ahora actriz.

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